El libro «Gilo y Ben, Detectives de lo Inexorable» de Eduardo Garbayo se presenta como una obra de historias cortas que navegan en las aguas del surrealismo y la narrativa de humor, prometiendo una experiencia literaria donde la lógica toma unas merecidas vacaciones. Basándonos en las declaraciones del propio autor, la dedicatoria y los extractos de promoción, es posible realizar un análisis que destaque su particular calidad y la complejidad que este tipo de escritura conlleva.

La «gran calidad» de un libro como «Gilo y Ben» no reside en la profundidad filosófica tradicional o en el desarrollo de personajes redondos, aspectos que el propio Garbayo advierte explícitamente que no se encontrarán. Su mérito radica precisamente en el dominio de un humor que se desborda, que juega con el absurdo y que, a pesar de su aparente falta de sentido, consigue hilar una coherencia interna en el disparate. Esta calidad se manifiesta en varios frentes:

  1. El Control del Caos: Escribir humor surrealista es, paradójicamente, un ejercicio de precisión. El humor absurdo exitoso no es meramente la yuxtaposición aleatoria de elementos, sino una construcción meticulosa donde el sinsentido se convierte en el nuevo sentido. Garbayo logra crear un universo donde «los cerdos polinizan flores» y «la lógica se ha ido de vacaciones», pero lo hace de tal manera que el lector no solo acepta la premisa, sino que se deleita en sus consecuencias, por inverosímiles que sean. La dificultad de este equilibrio entre el caos y la estructura es inmensa, y el libro parece ejecutarlo con maestría.
  2. La Destreza Lingüística y la Narrativa Impredecible: El humor, especialmente el surrealista y el absurdo, depende en gran medida de la habilidad del autor para manipular el lenguaje, los giros inesperados y la construcción de situaciones que rompen con las expectativas. El uso de la paradoja, el oxímoron y las analogías descabelladas son herramientas fundamentales. La capacidad de Garbayo para generar sorpresas narrativas, llevar al lector por caminos insospechados y rematar con frases que invitan a la carcajada o a la reflexión cómica es un indicativo de su talento. La descripción de las historias como «escritas por un borracho con sueño» (una hipérbole cómica del propio autor) es, en realidad, un elogio a su libertad creativa y a su habilidad para desafiar las convenciones.
  3. La Invención de un Universo Propio: Las mejores obras de humor absurdo o surrealista no solo cuentan chistes, sino que construyen un micro-universo con sus propias reglas (o la falta de ellas). «Gilo y Ben» promete un mundo donde lo ilógico es la norma, y la coherencia reside en la constante subversión de lo esperado. Esto requiere una imaginación desbordante y una gran coherencia en la incoherencia, lo que se consigue a través de una voz narrativa distintiva y una atmósfera particular que impregna cada relato.

La Dificultad de la Narrativa Surrealista y de Humor:

La escritura de este tipo de historias conlleva desafíos significativos que explican por qué son menos comunes que otras formas narrativas:

  1. El Riesgo de la Incomprensión: El humor, y especialmente el absurdo, es subjetivo. Lo que a uno le parece hilarante, a otro puede resultarle incomprensible o simplemente sin gracia. El autor se expone a no conectar con una parte de su audiencia, ya que el humor requiere una complicidad tácita que no siempre se logra.
  2. Mantener la Frescura y la Originalidad: Es fácil caer en la repetición de fórmulas o en el «chiste fácil» cuando se busca el humor constante. La verdadera dificultad radica en mantener la originalidad y la sorpresa a lo largo de un libro de historias cortas, donde cada relato debe ofrecer una nueva vuelta de tuerca al absurdo.
  3. La Precisión del Lenguaje: Aunque pueda parecer lo contrario, el humor absurdo exige una gran precisión en el lenguaje. Una palabra mal elegida, un ritmo incorrecto o una puntuación errónea pueden arruinar el efecto cómico. La ambigüedad debe ser intencional, no fruto del descuido.
  4. Evitar el Agotamiento del Lector: Un bombardeo constante de absurdo puede ser agotador si no se maneja con maestría. El autor debe saber cuándo relajar la tensión cómica o cuándo introducir un pequeño respiro para que el humor siga impactando.

Similitudes Narrativas con Maestros del Humor Absurdo y la Comedia de Ideas:

La dedicatoria de Eduardo Garbayo es una hoja de ruta perfecta para entender sus influencias y las similitudes de su narrativa de calidad:

  • Woody Allen (y sus neurosis): La conexión con Woody Allen es evidente en el uso de la intelectualidad como telón de fondo para el humor, a menudo autorreferencial y neurótico. Allen se ríe de sí mismo y de las grandes preguntas existenciales abordándolas desde una perspectiva irónica y a menudo patética. Si «Gilo y Ben» aborda la «inexorabilidad» (el destino, lo inevitable) con un tono desenfadado, comparte con Allen la habilidad de subvertir temas serios a través de la comedia, a menudo con un trasfondo de cierta melancolía o desesperación que se esconde bajo la risa.
  • Groucho Marx (y los Hermanos Marx sin leer, pero presentes): La influencia de los Hermanos Marx, y particularmente de Groucho, es fundamental. Groucho es el maestro del humor verbal, del ingenio rápido, del non sequitur (salto lógico), de la sátira social disfrazada de disparate y de la capacidad de destrozar la lógica con una frase. La idea de un universo donde «la lógica se ha ido de vacaciones» resuena directamente con el estilo de los Marx, donde los diálogos son torbellinos de absurdos, malentendidos intencionados y ataques frontales a la autoridad y la convención. La dedicación a «Los Hermanos Marx sin leer» es una broma autorreferencial, pero subraya el profundo arraigo de esta escuela de humor en la obra.
  • Gila y Chiquito de La Calzada (El absurdo costumbrista español): La mención de Gila y Chiquito es crucial para entender el matiz español del absurdo de Garbayo. Gila construía monólogos donde la normalidad de la voz contrastaba con lo surrealista de la situación (un teléfono para hablar con el enemigo en la guerra). Chiquito, por su parte, creaba un lenguaje propio y situaciones delirantes que se convertían en un universo particular. Esto sugiere que «Gilo y Ben» podría tener un anclaje en lo cotidiano para luego lanzarse al disparate, o que utiliza la repetición y la construcción de frases y situaciones memorables, como hacía Chiquito.
  • Faemino y Cansado, Tip y Coll (La desconstrucción del lenguaje y el absurdo teatral): Estos dúos son maestros de la deconstrucción del lenguaje, del humor que nace del propio proceso de comunicación y de la ruptura de las expectativas. Faemino y Cansado son campeones del surrealismo discursivo, donde el chiste no es el final, sino el camino tortuoso para llegar a él. Tip y Coll, con sus silencios elocuentes y sus diálogos aparentemente sin sentido que cobraban una lógica retorcida, son otra piedra angular. Esto indica que Garbayo probablemente juega con la sintaxis, el significado de las palabras y la estructura narrativa para generar su humor.
  • Miguel Mihura (El humor con flequillo): Mihura, dramaturgo y humorista español, es el padre del teatro del absurdo en España. Su humor, «con flequillo» (es decir, aparentemente inocente, ligero, pero con un trasfondo de crítica sutil o de melancolía), se caracteriza por personajes que viven situaciones ilógicas con una naturalidad pasmosa, y por diálogos que son brillantes en su absurda cotidianidad. Esto sugiere una finura en el humor de Garbayo, que no solo busca la carcajada sino también la sonrisa cómplice ante lo ilógico.
  • Monty Python (La búsqueda del sentido… o su ausencia) y Mel Brooks (Su irreverencia épica): Ambas referencias apuntan a un humor que no teme ser irreverente, que se ríe de todo (incluido lo sagrado) y que a menudo utiliza la parodia como herramienta. Monty Python llevó el absurdo a la televisión y al cine con sketches que rompían con la lógica narrativa y exploraban temas filosóficos desde la comedia. Mel Brooks es un maestro de la parodia, la burla y el humor descarado. Esto sugiere que «Gilo y Ben» no solo es surrealista, sino que también podría contener elementos satíricos o paródicos, con una vena irreverente.

En conclusión, «Gilo y Ben, Detectives de lo Inexorable» promete ser una obra de gran calidad en su género, demostrando una notable habilidad para manejar el humor surrealista y el absurdo. Su calidad reside en la capacidad del autor para hilar un sentido en el sinsentido, manteniendo la frescura y la originalidad en cada relato, y en su destreza lingüística para generar sorpresas cómicas. La dificultad de este tipo de narrativa es inherente a la subjetividad del humor y la necesidad de un control riguroso del caos. Sin embargo, Eduardo Garbayo parece haber encontrado su brújula en la rica tradición de maestros del humor como Woody Allen, Groucho Marx, Gila, Mihura, Faemino y Cansado, y Monty Python, lo que sugiere un humor inteligente, irreverente y profundamente arraigado en la deconstrucción de la lógica y el lenguaje para el deleite del lector.

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